Incentivos oscuros

Incentivos oscuros

Con asombro e incredulidad me enteré que en una zona popular de Barquisimeto, una joven embarazada de cinco meses estaba vendiendo sus muestras de orina por Bs. 100.000 y que le compraban de diez a veinte diarias. De verdad impresiona lo que las personas son capaces de hacer cuando la pobreza y el futuro incierto les tocan el alma.

El asunto, va más allá del simple hecho que la joven decida mercantilizar su gravidez, es también la que le compra esas muestras con el objetivo de beneficiarse de una de las últimas estrategias gubernamentales en las que se asigna un bono mensual a las mujeres embarazadas. El incentivo haciendo de las suyas.

Por otro lado, están también los aspectos morales y hasta espirituales del hecho. Engañar para acceder a un beneficio que no le corresponde ¿O si? Esa difusa línea entre el ser y el deber ser.

Todo este derroche irresponsable que está llevando adelante el gobierno tiene un objetivo claro y preciso: comprar conciencias, garantizar votos. El control social mediante el empobrecimiento intencional se hace cada día más evidente, la delincuencia y la criminalidad como política de Estado es inocultable, la promoción del éxodo de venezolanos para librarse del que piensa distinto, protesta y disiente, cada día es más exitosa, lo muestran groseramente las fronteras atiborradas de personas que huyen buscando un futuro.

Entonces vemos con horror, con profunda tristeza como el Socialismo del Siglo XXI nos lleva al primitivismo, a la subsistencia, para que luego, aparezca el gobierno como el único que puede salvar a su pueblo de las garras del capitalismo, de la guerra económica, del imperio, de la derecha. Pura retórica comunista, porque la pobreza y la desesperanza hacen que las personas puedan llegar a hacer cosas impensables.

Pero bueno, esta anécdota de la joven embarazada se parece en el fondo a los señores que venden efectivo, a los bachaqueros que se han convertido en la nueva Fedecámaras, a los otrora «raspacupos» que hicieron inmensas fortunas con los cupos viajeros. Y si analizamos por encima, todas estas actividades surgen a la sombra de incentivos creados por el propio gobierno. Es como si fuéramos ratas de laboratorio.

¿Qué más nos falta por ver? Habrá que estar pendiente de los anuncios revolucionarios, que serán muchos antes de las fraudulentas elecciones presidenciales, porque necesitan diez millones de votos, nada más y nada menos.

De momento, todas estas nuevas actividades económicas bolivarianas, pertenecen sin duda a lo que se denomina Economía Sumergida y el daño patrimonial es incalculable, pero lo que le están haciendo a la sociedad en su conjunto nos costará superarlo dentro de varias generaciones.

La crisis va más allá de lo económico, de lo político, de lo social: la crisis es espiritual, pero lo paradójico es que el trasfondo de todo es el dinero, en un sistema que se dice socialista; los incentivos usados para sacar lo más oscuro de ese «pueblo» al que dicen proteger.

 

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