Resultados electorales: entre Goebbles y el Síndrome de Estocolmo
Luego de casi una semana de haberse celebrado las tan esperadas, solicitadas y postergadas elecciones a gobernador en Venezuela, prácticamente se ha consumado la hegemonía del partido que durante dieciocho años ha regido los destinos del país.
Por increíble que parezca, con la peor y más dura crisis económica desde la época de la Guerra Federal, la gran mayoría de los venezolanos han decidido, de manera abiertamente irracional, respaldar a los responsables directos de la inflación más alta del planeta, cuatro años consecutivos de caída del PIB, los mayores índices de desabastecimiento y escasez, la inocultable corrupción en todos los niveles institucionales, la pobreza y mendicidad en cada calle. Y si, con todo eso, el gobierno bolivariano ha logrado capitalizar el voto popular (o al menos, eso es lo que parece)
Ciertamente, en un país medianamente normal, un gobierno con un desempeño tan lamentable, jamás hubiese obtenido un resultado favorecedor, la lógica a fin de cuentas daba que debería haberse materializado el voto castigo como expresión del descontento de las mayorías porque las razones abundan.
Tratando de entender lo que ocurrió
Algunos hablan de la abstención como causa de los resultados. En lo personal creo que evidentemente incidió pero no fue determinante, de hecho fue muy baja en lo que respecta a este tipo de procesos electorales. Un gran contingente de personas votaron por la opción del gobierno, un grupo importante en número le dijeron al gobierno: síguenos maltratando, continúa empobreciéndonos, queremos que la destrucción se mantenga.
También hay indicios de fraude, sin embargo, es sabido que la oposición en la mayoría de los casos no cuenta con los soportes de tal afirmación, se sabe pero no se puede probar. Si no hay actas que lo respalden, lo demás es especulación sin base. Es una posibilidad cierta y conociendo el proceder poco honesto de la acción gubernamental pudiera ser otra causa. Sin embargo, creo que nadie, ni siquiera el mismo gobierno tiene una explicación lógica a lo ocurrido.
En términos psicológicos podría argumentarse que los venezolanos que manifestaron su apoyo a la corrupción, la inflación, la escasez, la mendicidad y la pobreza sufren del denominado Síndrome de Estocolmo donde una persona, desarrolla una relación de complicidad con la persona que la ha secuestrado. En el caso venezolano se explica considerando que el gobierno tiene secuestrada la esperanza, los sueños y el futuro de 30 millones de ciudadanos.
Resulta incomprensible entender que la pésima gestión que encarna la Revolución Bolivariana haya podido sacar un solo voto, si se analiza el contexto económico en el cual se desarrolló el proceso electoral, sin embargo, lo hubo y es mejor reconocerlo porque partiendo de esa realidad pueden mejorarse las estrategias electorales de futuros eventos.
Ahora bien, la acción comunicacional del gobierno, de corte netamente goebbeliano, donde se aplicaron todos y cada uno de sus principios, pudieran ser otra clave de unos resultados que trascienden la lógica del análisis político-económico porque sencillamente era imposible que el gobierno resultara ganador en esta situación-país tan compleja
Por otra parte, los partidos de oposición agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) deben revisar y revisarse. Fue evidente que el gobierno necesitaba legitimar en esas elecciones los resultados alcanzados en el evento del fraude constituyente del 31 de julio y el escenario era la elección de gobernadores. Por lo tanto, pensar que el gobierno estaba en desventaja por la compleja situación económica y solo considerar eso como elemento de triunfo fue una ingenuidad que raya en lo irresponsable de la dirigencia y que sin lugar a dudas, le saldrá muy cara a la oposición venezolana en términos de participación para futuros eventos electorales. La confianza en el voto fue arrasada por la mafia roja.
¿Hay algo bueno dentro de todo lo malo?
Siempre. Vistos los resultados quedan dos opciones: continuar o entregarle el país a los rojos. La oposición debe, por respeto, por decencia y por vergüenza, renovarse y dar paso a otra dirigencia, gente que tiene el expediente limpio y que está dispuesta a seguir adelante. El gobierno por su parte, la tiene fácil en las próximas elecciones de alcaldes y consejos legislativos, puesto que la oposición cuenta con muy poca credibilidad en sus propias filas, el mapa se teñirá nuevamente de rojo, con lo cual las excusas del enemigo interno cada vez son más vulnerables y fáciles de descubrir ya que los resultados producto de la incompetencia ser harán cada día más evidentes. Al gobierno se le terminan las excusas y eso es bueno si se sabe explicar comunicacionalmente a los ciudadanos.
Queda de parte de la oposición reacomodarse, aprovechar las innumerables deficiencias del gobierno y establecer un modelo de país alterno al desastre actual que permita retomar la esperanza: el momento es ahora, porque la diáspora es un enemigo silencioso propiciado desde el gobierno y que crece indeteniblemente cada día pudiendo convertir en indeleble el rojo cirncunstancial del mapa de Venezuela.